27 de noviembre de 2016

Estimada Alma

Clear ideas, 1958 - Rene Magritte  




Estimada  Alma





El vínculo que une a tu auténtica familia no es de sangre,
sino de respeto y alegría mutua.
Richard Bach


La vida teje complejos parabienes nido de ojos ajenos. La persona disfruta de aquello que aún no ha madurado. Cree tenerla, poseerla, sin embargo, sin los años recorridos la piedra desea pulirse desde una altura no conocida.
Los mundos del pensamiento claman por identificarse con sus semejantes, los paralelos, no obstante, el pensamiento es el único sitio al cual entramos con muchas palabras en imágenes, además, nunca pueden ser igual a otro. Quizás siempre recurro a esto. Cada universo tiene su manera de pensar, mas, hay una hebra que en destinados momentos traspasan se unen a lo permanente del signo colectivo: La muerte es otro espacio, hay que vividla para poder trasmatarla.


Estimada Alma, Hoy he estado enlazando los sonidos de los cascos sobre toda la espuma del mismo silencio.
No hay detalle tan exquisito que verme entrando por las rejas de la Recolecta, o por el cementerio de Naguanagua que tanto me agrada. No es igual a la Recolecta, es pequeño, pero igual tiene su magia, su sonido envuelto en una herradura.
Verme contigo sentada en un banco, frente alguna escultura tapiando la voz interna, viva en el subsuelo. No se debe morir sin haberlos escuchados toda una noche. Eso es perfecto. Sé que si se lo escribo a otra persona dirá que estoy loca, y no es para menos; sin embargo, tengo un pájaro, tengo muchos viniendo a diario, dejando algún mensaje de otros espacios, lo dejan entre las migajas del día, entre los sonidos del viento. Están tan pendiente de llegar temprano armando su concierto para entrar en cada blanco donde me detengo. El gris, el que se instala en la ventana de mi cuarto me da todo muy rápido, sus mensajes es de fragmentos, muchas veces deja colgado en el marco el velo de su vuelo la noche para escribir desde adentro.
Hoy es uno de esos días. Estaba leyendo uno de los textos de a la sombra de un río. Vaya que voy por el  río, limpiando el polvo de mis tiempos vividos, de recoger trozos de espejos de este largo e interminable velo sonando el recuerdo desde años anteriores.

La infancia, es entre ramas, monte, en comer de los árboles frutales y no sabes cómo me costó agarrar una jugosa guayaba para luego sentarte a comerla con el viento soplando quizás en contra. Eso es sólo un tramo llegado del apertura de su el sonido, sólo por el sonido cayendo de suave por los árboles habitados de cantos, de ellos.

Mi vida fue así, el aprendizaje de ella misma es la escuela, aprender a escuchar la naturaleza. Los gritos de la casa no se escuchan cerca del riachuelo, menos cerca de los caballos, de los pájaros, cerca de ese olor a monte, y darle un roce a unas maticas “duérmete porque viene el diablo”, en eso, en recolectar brillo para mis ojos, buscando misterios, inventando alfombras para agarrar un pedazo de azul del cielo, quizás más allá lo infinito.

Era y soy libre, libre para llenar mi conciencia de la transparencia del jugoso del mamón o del mango. Mas, en todo el recorrido nunca estaba sola, una presencia me acompañaba para hablar con la señora de blanco (por supuesto yo era la única que la veía y mi perro lucero). Esa presencia me hizo conocer el dolor limpiando una lápida el cual dos ángeles custodiaban por un seis de enero. Fue cuando percibí la muerte, vivir en subsuelo para siempre. Aunque, crece y me abraza como mi abuela. Quizás, por ello los cementerios son para cuidarlos, limpiar con el aroma de las flores, sobre todo los crisantemos son sagrados muy sagrados, "corriendo fresca la sangre de otro día".

Bien, sigo cabalgando, sigo escuchando, desprendiendo imágenes  abriendo el útero del cielo, tomando el té cerca de la ventana sintiendo que la angustia es pequeña al lado de lo bello que llevo por dentro como un collar atado a lo entero, por eso, los dolores pasan cuando tú escribas en el viento. Me comunicarás, es fácil decirlo cuando la despedida está de tu lado, pero cuantas ausencias están recostadas en nuestras espaldas.  Sé que algún día se podrá entrelazar la realidad, lo alejado sin molestar a la imagen, a la presencia, esa, que sale sin correcciones, sin temores de ser leídas. Llegó la señora que me ayuda después te escribo. 


Nota: algo que sabía que no podía faltar, esperando que te agrade.

La sombra de un caballo cósmico pintado
por Loncho González me lleva
a la infancia de Beatriz que llevaba
al mar su caballo de juguete. —
Vicente Gerbasi


Un gran abrazo y hasta pronto




Milagro Haack 
De recados menores 


2 comentarios:

Sentires

“En el arte la gran transformadora es la poesía”
Elizabeth Schön

"Porque he esperado siempre
lo que nunca vendrá"
Ida Gramcko

"Yo vivo en un estado poético"
Vicente Gerbasi

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Enriqueta Arvelo Larriva

"La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras."
Eugenio Montejo

"y una palabra antigua me crece como hierba olorosa en la boca…”
Luz Machado

"La poesía es sólo una llave sin cerradura. O al menos yo perdí todas las cerraduras"
Teófilo Tortolero

"Todavía quedan labios, ojos que miran las cosas. Quedan los brazos alzados en un intento de vuelo."
Antonia Palacios


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"La palabra realidad para mí es otro nombre de lo desconocido, que nunca será conocido."
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"Soy lo que no conoces y lo que salvas"
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está escrita en el reverso de tus sueños
de una cuerda de aire
tensa."
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