Apreciado dios

Apreciado dios

¡Oh tú, Dios vecino...
Sólo una leve pared entre nosotros,
casual. Pues bien pudiera
ocurrir que la derribase sin
ruido alguno un grito de tu boca,
o de la mía.
Pared con tus figuras levantadas.”
Rainer M. Rilke

En ruego, por mis ancestros, hoy, escuchando el fuerte ruido del camión tempranero, que nos trae el agua de los supuestos manantiales creados por ti, eso, me hizo alzar los ojos hacia la ventana, mientras entra el frío, de un no puedo complacerte, eso no debo perderlo por este paisaje cayéndome del cielo, con inmensas gotas de lágrimas, y sé, que manara una tarde distinta comenzando con este alba, desvaneciendo, ese poder ir más allá, porque tu voz hoy es perfecta.

Creo dios, que es mejor, mirar, lo bueno que me rodea, y dejar de buscarte en cada consecuencia de savia frente al muro donde me crucificas, como a tu hijo, gustándote la alegórica sangre, por tu gran santifico o asesinato premeditado, como lo llamamos por aquí. Leo tu fábula, la puedo sentir muy digna, pero no escuchas, mientras tú otro yo, la sombra viene y nos cuita por creer en ti, será que de repente le das la espalda a tu creación, y la dejas incrustada en otras cartas de perdóname, no mías.

Y no me digas que no lo conoces, el arcángel puro para tus oídos, el disfrute de saberte en el paraíso, donde Eva, o Milagro, o cualquiera, son representaciones del pecado original –de origen y por los siglos de los siglos llega hasta mí-; bien creo que nada es nuevo para ti.

Sabes, sabes muy bien a lo que me dedico, sabes levantarme con promesas, sin embargo, siento esta derrota, por los Adán, hechos a tu imagen y semejanza, entonces, porque nos diste esta intuición, para la certera lucha, para reproducirlos ritualmente cada segundo con muestra propia sangre, asimismo, como tu hijo, nace cada milésima de segundo por los vientres “del pecado del origen”-. Cuanto más, podré hacer que Elías regrese, y no te escuche más…, siento apoderarse de mi,

Mientras, no caiga esta noche, y alza el pesadísimo martillo, / ¡Y da la hora! como diría, Quevedo, sobre mi espalda, nada de lo que haga te complace, nada, y eso es inhumanamente tu defecto, dándole oportunidades a tus enemigos, a los que se burlan de tu creación; bueno, dime si deseas que cruce la calle y derrame aún más agua tuya, para regalar a todos los sedientos de un dios, por ello, te escribo; no creas, el sol sale todos los días, y la lucha es un eterno inicio, como el pecado original, con el cual nos sellaste hasta esta época.

Sólo te pido, que no me provoques, yo te ofrendo, desde afuera de cualquier templo, porque adentro hay más dolor, más, dolor, por las espinas de la flor que en cruz permanece como un nomeolvides, amante de los sepulcros, cuando hay carencia de lluvias florece para que tus almas se sientan complacidas.

Bajo este cielo, corro la cortina, dejo, de mirarte en alguna nube del sur, hay carencia en esta tierra, posiblemente, en todas, con una imagen de venero por tiempos mejores. Recuerda no te acuso, sólo sé, que me estimulas a un olvido evaporándose desde mi propia pared siendo alfombra de tus pies, sobre mi alma que por conciencia tengo.

Milagro Haack

Imagen: Collage Digital:
Concierto para un piano de paiseaje Sux.
Autor: Milagro Haack.