Apreciado dios
Ha enmudecido.
Andas por tu jardín.
Algo, lo sé, te falta.
Jorge Luis Borges
En los intentos el día se abre como una campana y suena para buscarte cuando miro un cristofué desprende de su madre y viene a buscar comida en mi patio, entonces te siento, te observo, te elogio entregándote mi alma.
Siempre son anuncios para iniciar o continuar escribiéndote, porque hay luz aún por las faringes del cielo mientras estás silencioso la natura me charla de ti. Todo es perfecto hasta que se toca lo humano, su viento sangrante lleno de desatinos y abuso de ti; bien y me pregunto, si lo posees todo, si tienes un gran trono sólo tuyo donde te sientas para observar o sentirte doliente por olvido, pues te digo, hay gente que cree en los signos que muestras y si el aletear de un sin sabor te aturde, te digo como dices tu: soy el camino, la verdad, la vida, la libertad digo yo.
Sabes, hay un antes y un después de conocerte. Puedo atreverme siempre ha buscarte en los rincones de un leve pensamiento cruzando engendros océanos clavando otros tiempos casi atlánticos generando la creación de este todo aunque suene ligero, has creado un camino del cual no me puedo devolver, por ello, te pregunto de nuevo tienes un sillón donde te recuestas y te duermes pensando en este por qué los he creado…
Siento dios, que la tribu no se equivoca, tú eres humano también, siento al decírtelo un blasfemar efímero contra las leyes devotas. Pero cuantos rosarios más tengo que coleccionar para darte mi aliento, por ello, te escribo, no hay regreso, las cajas están lejos se han ido desapareciendo de esta espacial conciencia; entonces por ese después se puede trasfigurar con dar y dándote aunque no me escuches puedo preguntarte de nuevo si tienes una espada para señalar esta intuición que nos diste, que alimentaste desde tu balcón y por allí, todo lo sensorial se une y en una simple frase se pude percibir la posesión y no el afecto, la amistad y los regresos que te devuelven las cajas y no son de Pandora.
Bien, de alguna forma, hay un igual muy dentro, sobre cualquier montaña puede sentirse, y muy de veras, no me quejo, sé que estás en algún lugar llevando el canto para retornar al patio, cuando veo al pequeño cristofué desprenderse de su madre, inocente, sin apegos, libre sin saber que hay espinas en otros ramajes, pero esa es la vida por lo mismo, lo vivido será vivido, lo que está por nacer brotará desde la misma piedra, lo importante es no caer de nuevo en esa cáscara del vació.
Eso pienso, eso siento, y te doy gracias por ese antes y después, aunque te riño, pero Elías fue tu pastor y su misión era crecer, aprender a construir ese espacio y en su después en las alas de tus caballos lo abrazaste con fuego y más nunca nadie supo de él, sólo Eliseo su sucesor sólo por tocar su manto: “estemos dispuestos a dejarlo todo por seguir la llamada” ; y te vuelvo a preguntar, lo posees todo, tienes un espejuelo por donde Elías Eliseo y tú, ríen sin encontrarse, sólo ríen, le ríen a aquella alma dándole el río “para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” que está escuchando esta lectura siendo para ella una historia que guarda en la caja que está debajo de su cama en un hospital.
Bien, no te molesto más, estoy leyendo, liturgia de las horas del pueblo (un librito verde) y como me conoces, así como Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, quizás seamos a través de él los semidioses de los nuevos retos del otro en su espíritu Eliseo, quizás…
Un abrazo
Milagro
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