Apreciado dios
“Pero no, es abstracta, es un pájaro
De sonidos en el aire del encumbrado aire,
Y su alma canta sin molestar
Porque el canto es lo que la hace cantar”.
Fernando Pessoa
Cuantas cosas han pasado. Cuantas que aún no te relato, porque si me miraras un poco, o si me escucharas entre líneas, sabes muy de verdad me enviarías bendiciones.
Sobre las buenas nuevas, muy poca sangre para cultivar. Vuelvo lentos mis pasos, creo que van hacia la puerta por donde no entro, siento la presencia del animal humano detrás de ella, apreciándome muerta y me escurro, por debajo de la puerta, para que no encuentre, ni un dedo de mi cuerpo. Pero la realidad es otra, hoy voy hacia esa catedral de silencios escogidos, como lo dibuja Pessoa, y te escribo.
Si me preguntas en este instante cómo se develan las fábulas que pueden intrigar, sólo puedo decirle que no charlo de ti con esas personas retornando a mi espacio; como sabes son pocos los cofrades y sólo digo que aún existes, que es seguro tenerte como amigo. Lo demás, como me conoces, sabrás de mis salidas verbales; bien, eso no les parece de buen gusto para diestros no dedicados a su oficio. Sin embargo fue la voluntad de lo infinito de esta taza de café volviéndose a llenar por esta mañana cuando la noche fue un silbido recogido con estas mías manos, un sueño inmortal dilatando siglos y tú sigues allí, mirando todo lo creado, lo hecho, dándole la espalda, para volver al pasado, cuando Eva vio la manzana, y la juzgante, defendiste al pobre Adán, por eso, es notorio no dar una ojeada a este ser que te escribe desde el detenerme para no cruzar aún el valle de lo fortuito.
Por otra parte, lo férreo, es la muralla de un llamamiento entrando desde adentro, y es de mantenerse asido, voltear hacia lo permanente, el canto del eterno pájaro, lo blanco de una hoja estando a punto de caer entre las ojeras del desvelo. Hay una enfermedad sobre la existencia, como este domado grito, mudo en la santa piedra cuando se trata de la buena fe. Ahora, la habrá en este mundo a mi alrededor, mientras me deleito con el hilo de sol abierto como una equivocación del universo, entrando por una migaja de la ventana.
Sabes dios, que he conocido la voz de un ángel tuyo, una voz increíble y te hace mucho honor, creo, que has vivido mucho para tocar a tan pocos corazones; quizás, se reflejan en ese dejarse llevar por el no existes, y muy de veras maravilloso como terrible. Nadie lo sabe, nadie puede penetrar en tan sencillo acuerdo contigo, todo puede acabar en un instante, quedar ciego para siempre, ser olvidado como un mendigo en sola plaza, cubierto de periódicos, después de caminar la ciudad entera por una gota de licor; asimismo, un tentempié se agradece, en fin, mi voz se parece al trueno como quien se niega a la sombra del otro con sus sandias señales por estos caminos trillados, una y otra vez con el mismo luto dejando el azul tintero, mas, no son tan devotos como dicen o creen ser, pero también, me juzgaras porque lo digo, de eso estoy segura.
Pienso, escuchando su ángel, dónde están los vivos… son tan pocos los escogidos para saberse vivos, son tan peregrino los paralelos, que muchas veces deseo esconderme una vez más, hasta encontrarme con lo prodigioso del rezo atando la voz al rosario, para no morir de verdad y poder ver tus ojos por los prontos días imaginando que me siguen, después de tantos reclamos, y te digo no deseo no ser santo de tu devoción por fiebre severa, por dejar la cuerda colgada del no sentir mea culpa en tono de soplo…
Retorno al silencio de mi conciencia con su bandera de inquieta noche, sangrando el aire sobre los cristales desde el sur cuando me dicen se mueve la quema en la curva con otro desvelo quebranto, y sabes, hoy siento lo existente, el fracaso real aplaudiendo este buen ahogo sin claros, pero anido la voz y eso da suficiente calma para dorarse pensando que me escuchas. Pero da oídos, y muy bien, no es un retorno hacia ti, es un retorno a la ranura honradez rodando por las plazas, los lagos, los patios, las montañas llegando a la humana masa olvidando tus huesos por allí…tu sabrás.
Milagro Haack
Visitándote por este otro mundo, me gustó mucho lo que encontré
ResponderEliminarsaludos
Georgina
http://poesia-en-georgia.blogspot.com
Al leer este monólogo con Dios, hay momentos en que se susurra,otros en que se habla abiertamente.Interrogantes mas que confesiones.
ResponderEliminarUn Abrazo!