Hermano alma
Duele el alma, / ya lo sabía, / y me reclama
no haberla ayudado/ aquella noche.*
Mientras espera, aquel silencio entre tallos encrespados de púas, viendo salir de sus pequeñas manos, esa sangre con peso de herencia; manos, que nacieron para dar alimento a la música. Hoy, está presente en este suave movimiento del viento, recordándome, el pasmado instante, de aquel cuerpo tan ágil por las clases de danza. No me perdona el respiro de haberlo dejado ir.
Me estoy derritiendo dentro de la misma tierra, siendo esclava de tantas visiones de aquel ser, que siendo una luz, se viste con cualquier traje, dejándome su dolor, su encierro sin florecimiento de mi tierra.
Muchas veces he caminado hacia él, con el mismo amor de palparlo con sus otros rostros, mas, cuando me interno en ese rayo intenso de luz que nació un seis de enero, perdiéndose en esa triste mirada del silencio, destrozándome todo el azul que he construido para él.
Siempre, me alienta, siempre me distrae, pero hoy, de igual manera se despide, con la arrogancia del padre y con un ya nada importa. Y duele reconocerlo, a través de sus trajes de crecimiento, tan inmaduro, burlándose de mi enamoramiento, sin saber cual es el sufrimiento de su terrena alma.
Tampoco eras tú, ese navegante, cubierto de tus atavíos. Te esconde dentro de mis hoy, ya sé de tu fuente, como también de lo ilusorio fecundo en el cuerpo del ángel sin vergüenza de alma. Yo lo respiro, me introduzco en la mirada, dejándome caer hasta el final de su oscura red, sin daños de conciencia; después, el caudal de sal completa el agua sobre sudoroso manto; se entra en un sordo aire del bien entendimiento de una repuesta al temblor llevado a lo sublime de aquellas manos, entregándose sin miedo, por el halago del universo, dándome en un santiamén la piadosa obertura, y al mismo instante, la niebla cazando lo mágico con su encuentro.
Si caemos, hondo / por su ligero río, / atreviéndonos /
caminar sobre el fuego / soldado
del trono de manso nido,/
ese / -su - tibio aliento*
No hay un comienzo, no se profanó la palabra, vida, sólo, fueron, hilos mal enlazados, por la espesura en presencia de un A - dios; quizá, el remolino en un romper olas, no doy el arco escudo esperado, por el derroche insertado en esa profundidad de hacer caer la noche con trajes de lámpara sobre la cruz que remo hacia tu altar, Hermano alma:
“¿En qué oculto rincón de cementerio
Dormirá su fracaso?”
Federico García Lorca.
Luciano
Lenta
veo en ti
el collar de una sola vuelta
del tejido que nunca pude alcanzar
Candelabro de Siete Pétalos
alargando cada hora vencida
tu oculto silencio
que separa muelle bajo cada migaja
instante
donde se quebró
reloj
sobre el tapiz
que jamás llevé entre nosotros
Amén
de largas notas en andante dúo a viento
después
de acostarte temprano en estuche de madera
mirando otro mensajero Réquiem
por lo delgado de tu hebra
Hermano Silencio
Milagro Haack.*
Nota: Escrito para el Diario El Venezolano. Viernes 06 de noviembre de 2011. En mi columna: Recados menores.
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