“Del tiempo”, que no perdona
"Si el miedo y la tristeza se prolongan, es melancolía."
Hipócrates.
La reflexión está incrustada hasta la médula en la puerta. Todos pasamos en algún instante y conversamos con ella. Nada es al azar; la voz cuando se compara con otra, permaneciendo viva, es la que sigo. No hay dudas, voz y escritura son compañeras inconfundibles. La voz resuena mientras vas trazando en lo blanco, una idea, una reflexión.
Los días por igual son distintos. Un lector puede saber si hace una travesía por él, o sólo observa, escucha, dando una lectura sobre su cuerpo en horas, casi impalpables. Me quedo con el instante, ese que te da la claridad a través de un signo, que te abre la puerta diciéndote, esto pasó antes, con otra máscara, pero pasó. El tema puede ser cualquier evento y, si la lectura está muy buena se agrega la conexión entre lo que fue, lo presentando, y el parentesco, por donde las visiones transitan, esperan, ver, no lo onírico, sino la historia de un “no” como reflejo acondicionado, como el disfrute del desfile conmemorando un 24 de junio de 1821, que nos recuerda la batalla que dio la independencia a Venezuela, La batalla de Carabobo. En ese espacio se construyeron monumentos en homenaje a los próceres y los caídos, el Arco de Carabobo, el Arco del triunfo. Carabobo, tierra que vio nacer a Venezuela como país independiente, ya no celebra con los grandes honores esta fecha. En el Campo se siente la ausencia, no digo que no se celebra, si, muy a la ligera como tratando con el olvido, sin embargo la historia es irreversible. Una batalla de liberación como la que fue en el Campo de Carabobo, no se puede comparar con un desfile militar en conmemoración de un golpe de Estado. Eso, es perder la visión de la verdadera realidad, vivida hace 20 años, y otra hace 190 años, (por cierto, celebrada muy folclóricamente por el actual gobierno) siendo una realidad de nuestra historia, de eso no cabe duda, como el próximo 12 de febrero día de la Juventud en conmemoración de la Batalla de La Victoria, en 1814 por José Félix Ribas con jóvenes de esa época. Eso me da aliento, para no cazar la apariencia sino en la herencia. Pienso, en la inversión por la sangre derramada en justa democracia, muy distinto a la liberación de un país, con personajes comprometidos, conocidos y aún así, están desapareciendo de la memoria de los libros de educación. Muy grave por cierto.
El reciente desfile del 04 de febrero de 2012, lo visualicé en mi tierra, lo concebí cuando llevaba a mis hijos, más, cuando me llevaban a mí desde niña; un 24 de junio, viendo al ejercito militar, un presidente de esta nación y nosotros el pueblo de muchos pueblos sintiendo la sangre derramada para tener un país futurista, porque Simón Bolívar lo fue y lo es. Nos libertó, no nos vejó, por eso y por lo visto, la melancolía de querer ser el otro, es una enfermedad, que se llega a ella después de un sin fin de estatus desde la tristeza o duelo hasta llegar a una depresión pasiva (quizás la más peligrosa porque no se admite) como también muy activa mostrando todos sus falseo velos, después el regreso, es muy lento. Quizás muchos les agrade parecerse y no serlo, hasta asumen ese rol. Vaya, que es un punto donde el filo de un abismo está latente, nadie es gloria de lo que no es. Un hombre de bien acepta su tiempo, no toma las armas que son para proteger a la nación, espera, estudia, analiza, reflexiona, y sobre todo pregunta, y no se justifica, asume su error, y busca mejorar, cuando por un golpe del destino y no por un Golpe de Estado, llegar a dirigir nuestro presente ya lardo “Del tiempo”, que no perdona.
Milagro Haack
Recados Menores
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