Jugando con el tiempo. Foto de Catherine Haack
Todo en una caja, entra
"Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer
profundas."
Friedrich Nietzsche
Todo en una caja, entra. Todo va río abajo. Todo es vaciar la misma sangre, para no continuar dentro del frío: frío, saturado ahogo
por las arterias del pensamiento. Sangre mirando con rechazo por llevarla
alojada en el cuerpo. -Me gustaría verterla, invadirlo con otra de otro ente-. Eso,
sería hacer justicia, la sangre, es vida, es la huella ancestral de nuestra
historia personal, es la raíz de todo, sustenta
desde el útero del universo. Por esa sagrada sangre pasa el oxígeno a través de
la vena umbilical hacia el corazón, desde allí se distribuye por todo del no
nacido cuerpo con futuro reniego de la misma.
-Su mundo resucita de los giros, ciclos del retorno por la
lucha de saber de este constante retroceso sin percibirlo. Claro, no hay que
dejar espacios sin habitarlos. Todo es una escala. El ser humano, nace del
llanto, aprende de él, mientras se nutre al reconocer los rostros de sus
padres, observa el respiro desde afuera; es un rito de aprendizaje, libertad de
los otros: crece, vive, toma sus decisiones cuando alza el vuelo desde la casa
materna, haciéndose responsable de su caída o de mantenerse de pie frente al
sonido de los cascos, sorteando las
dificultades para salir con su carruaje lleno de savia poblada.
No puede haber un matrimonio de continuación afectiva…,
digo, si entramos en una historia íntima, hay espacios que no cumplieron su
misión. Un caballo no puede galopar por los valles sellando con su paso la
vivencia, así, plasma su historia propia, única, nunca, reanudando ese -ir hacia atrás-. Sólo
se puede llegar a ser caballo, cuando pasas por la experiencia del sabor de la
infancia, adolescencia sea bueno o malo, eso sí, con una conciencia madura sabe
darle el valor a cada círculo por aprendizaje, como potrillo: ser auténtico. No
se puede saltar, sin caerse de la silla quién lo monta, por tanto -ir hacia
atrás- besando en otros. Los primeros labios.-
Nunca se sabe hasta dónde puede llegar la falta de efecto de
un ser que clama piedad cuando está al mismo tiempo, clavando la mano de
cualquier signo femenino. Hay moral, sólo detén a los que no se nombra. No, no
la hay, fuera del lugar donde se encuentra un despojo humano, la cual viola la
cadena y cree tener el ave presa, meramente por instinto, sólo para creerse una
tienta jergón, siendo el reposo de la bella, legítima realidad que siempre buscó
trofeos. Se alejó de lo perdido de su mano siendo ahora amado, mientras la tienta acosa el distinto traje, pero
con el mismo color del lazo anudado al cuello su anónima transferencia afectiva,
que sigue existiendo como vecina de su pasado, muy encantadora de afines caminos,
-cree con ese yo sé, puede reírse de la
vejez- sin saber de la serpiente que reposa dentro de cáliz, la que ve la
distancia, desde la ancha altura, dictaminando con un solo ojo del águila;
mientras, vuelve, alimenta el hueso, los años dentro del tejido rito por el
arco del norte, lanzando flechas junto al planeo del alpiste.-
-Se aparta, no es un estorbo, le abre las puertas para que
vuele con sus propias alas, sin embargo, siente, que se pudo esperar, sin embargo,
ya ese viaje, se había retrasado mucho. Cuatro lunas entraron por la misma
puerta, sin espacios, y aún no se da cuenta.
La vida es un doble espejo: el reflejo, el que se queda en un instante viendo la misma
estampa cambiando sólo el perfil, por miedo de verse completo. No acepta ayuda,
eso sería como abrirse uno mismo los ojos, estando cegado por volverse efebo.
Por otra parte, sigue haciendo daño a quién lo amó sin límites de tiempo. Es
una lástima, pasar por delante de la vida sin sentirla, bisoño el fruto, sólo
puede mirarse en otros espejos donde ve su reflejo tratando de alcanzarlo,
rozarlo, apenas con el dedo dentro de la bien entrada la noche, se electrocuta
el santiamén cuando te volteas rechazando los universos vividos sabiamente,
dolorosamente, felizmente desde el núcleo de la tierra. Muchas veces me
pregunto si es miedo a morir por como fue salvado antes de nacer. Miedo ya es
morir de pie escuchando sólo como cae, como cae un vacío dentro del otro. Debe
ser muy frío, no darse cuenta, de que el tiempo no regresa, el tiempo se
detiene y en un trozo de hielo es el caminante, el loco del tarot. Mas, te he
visto temblar, te he visto entrar por el espejo escribiendo toda la noche
juntándose con otro día, buscando respuestas, que ya las tienes, las memorizas,
tan sabiamente volviéndolas tambor dentro de una caja.-
Existirá perdón, para lo que se borra con un arañazo dentro
del alma. Si lo hay memoria de vejez que recoges un pedazo de esa noche
pisando la muerte entre dos voces, callando la mano que volteó la arena con un
sólo sabor u olor rancio por el sendero recorrido sin visitarlo. Sí,
todo está aislado, todo está protegido, todo, en una caja, cuando
–la recolectora-, cae en olvido guardando los silencios, por el mismo lugar
donde parió la esencia de su encuentro.
Milagro Haack
Recados Menores
No hay comentarios:
Publicar un comentario