12 de enero de 2015

Ir y llegar al mismo tiempo


Ir y llegar al mismo tiempo


“Este apasionante encuentro con la doncella subterránea
No fue ovacionado con trompetas de corales.”
Juan Sánchez Peláez




Podemos ir y llegar al mismo tiempo. Si, al ir se llega por la imagen, por alguna carta, por algún detalle dando esa sensación de quedarse con lo bello. Eso me agrada. De limpieza hoy por hoy me he topado con un sinfín de signos trayéndome ese instante vivido como un examen de unos de mis hijos con veinte puntos, los dibujos con un trazo firme y tareas hechas en plastilina de otro hijo. Digo, mis hijos son creativos lo han sido siempre, además, muy de firmeza, de temple y no ajeno como el título de unos de mis libros. Esos detalles aunque pase el tiempo te dan frescura en el alma, más, al verlos ya adultos y profesionales, encontrando propio destino. Eso es orgullo de madre sin duda y muy personal, para quedarme con esta gran sonrisa de encuentros. Asimismo, otros, como cartas, felicitaciones por tu quehacer literario, diplomas, catálogos literarios, de exposiciones y demás discursos de entrada por salida, te trae un “confieso que he vivido” sin escribirlo como Neruda. He encontrado reordenando los libros dedicatorias muy sentidas, muy cercanas, como la de Juan Sánchez Peláez en su libro Aire sobre el Aire: “Ven o llámame, igual traerás el resplandor”. Pues fui a verlo, visite su casa, mejor dicho su gran espacio lleno de árboles, de vida, fue y es una gran experiencia, sobre todo cuando charlamos del surrealismo, y su clara visión de ser el caballo redondo: Un caballo redondo entra a /mi casa luego de dar muchas vueltas/en la pradera//un caballo pardote y borracho con/muchas manchas en la sombra/y con qué vozarrón, Dios mío. /Yo le dije: no vas a lamer mi mano, /estrella errante de las ánimas.//Y esto bastó. No lo vi más. Él/se había ido. Porque al/caballo no se le pueden nombrar/las ánimas ni siquiera lo que dura/un breve, vertiginoso relámpago. Gran poema sin duda, de adentro hacia afuera, vibrando el signo cruzando lo mágico; leerlo por otros suelos como en el nuestro, Juan es un surrealista, lo han sellado así. Para mí personalmente, es muy de raíz, de conocimiento de sus orígenes, de los signos colectivos y su gran fuente de influencia es su propia infancia. Esto por decir algo. Juan es y será un misterio de tierra cabalgando con su pálpito subterráneo tocando todos los círculos colectivos con voz y sentir propio lo universal. Igual teníamos charlas en la noche, muchas veces se nos venía el amanecer. Esto es como una síntesis vivida. Con él, como con otros artistas de calidad humana hacia lo humano, el diálogo es y será perdurable. Mi vida está llena de palabras, palabras dadoras, palabras reflexivas, palabras pasando la página de algunos no tan recuerdos.

Todos tenemos una historia personal, llena de vivencias y trasmutaciones. Me agrada este verbo, trasmutar; allí, coloco un gran espacio con puertas, algunas cerradas, obras entreabiertas, y muchas de par en par para seguir recibiendo, aprendiendo de la misma trasmutación. Las puertas cerradas, no es que me guste guardar recuerdos, no para nada, sólo para que no me falsifiquen lo vivido como le agrada a mucha gente hacer para sentirse mejor, por otra parte para que se vuelvan amarillentos, irreconocibles por mí, si llegase abrirla, muy de veras sólo me hacen voltear la mirada hacia el nicho de mi santo patrón. Me agrada reflexionar sobre cada detalle y luego colocarlo dejando afuera el aprendizaje en alguno de esos tres espacios. Hoy muy confesional, lo señalo, tengo una memoria visual, por lo tanto puedo ver la película tal cual como fue vivida y no proyectada por la memoria de otro. Tengo grandes motivos para continuar. Tengo aún muchos recados por concluir. Quizás esta mudanza de ir y llegar, después de leer y desechar muchos escritos, diarios, dibujos, se siente el renuevo de cada año, y confieso, no duele desechar escritos, si han estado en un limbo y no hay esencia dejaron de existir.

Siguiendo a otro plano, como cartas, escritos, entrevistas de artistas, algunas se pudieron salvar, muchas se fueron ya de la casa, más, poseo una carta entre otras, que voy a conservar, no porque sea satírica, sino por el olvido vivido. En esa carta, resucitó un pueblito a las afueras de Valera. Lo visitaba mucho, como invitada y no de un día, era una casa muy mágica. En esa casa había un ánimo en los reflejos dándome nociones de la sombra vista desde afuera. Por este ahora, aún existe, camino tras su palabra, tras el quehacer escritural diario, puntual en las mañanas, en un santo lugar que sólo se podía observar desde una merecedora en aquella gran sala con piso de piedra. Todo eso hoy lo miro desde la ventana de mi casa, sentada en el pórtico enmarcada en una foto. Como continuidad, se debe ser agradecido, las enseñanzas son para siempre, la vida no se queda en un papel, pero lo blanco, el eterno blanco sobrevolando unido al ir y llegar al gran reto con la palabra, aún en navego recibiendo la lluvia de mi buen amigo y mañanero pájaro:

Dama de la Casa

“Neftis”

Mirando
su amado Portunus como cae de la luz
que engendra el impávido soplo
recorriendo mareas
sin demora a su lado junto al urbano abrazo
que pudo pasar pisando frases
con devoto musgo de la matriarcal oleaje
lanzando
tocado
espejo que lleva por torre
señera oscuridad con marea sonido
por donde brota
Ella
Dama de la Casa

invisible fuerza de aliento
para la unión hacia la mano del hechizo
sobre la cama de mar
así
vuestra pesca en tiempos de tormenta
la vuelve afable en lo interno
de su alcázar
revelando el por qué de lo ambiguo
cuando entrega desde la malla de lo alto
ángel que emerge de la noche
salvando la húmeda ofrenda
cuerpo en arco alado del susurro
que corta sólo

Embarcación extranjera.


Milagro HaackDe: Recados Menores

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