4 de julio de 2012

La lluvia no apareció por este día


Foto de Catherine Haack
 
La lluvia no apareció por este día



Vamos a pasear por los senderos ocultos, esos no velados, los no completados en una sola vida.

-Se cayó antes de marchitarse su ciclo. No fue por ella. Fue por la lluvia-

Lo fortuito es algo con lo cual nos encontramos hasta en la palabra. No es casualidad de la nada. La nada está allí para ser descubierta por algún ojo inédito encontrándose en medio de ese hueco sin fondo. Así como un actual bolsillo donde no hay ni un centavo para llenar una hornada con algún fruto. Vemos caminando a mucha gente, vendiendo hasta la semilla de los gallineros verticales.  

- Hay una esplendida luz apareciendo, atrayendo el despertar de las bandadas de pájaros emigrando hacia otros árboles-

No se sabe el por qué, pero se van, muchos se van, sin ruido, sin alimento, sólo permanece un colibrí adsorbiendo el néctar de las flores de la sábila, la misma deseando, entrar a la casa.

Mientras palabras vienen y otras se van, sólo queda el sonido del teclado, mañanero y compañero diario.  Ya los vecinos se han marchado a sus labores. Todo queda como ausente, sólo espero el bullicio de la nevera, anunciando que aún se despierta en cada ciclo programada para hacerlo. Todo es sentir la conjugación de escuchas.  El cerro está claro se puede ver, la neblina de días anteriores está en el subsuelo, esperando el mediodía.  

Se levantó la hija de mi vecina, siempre lo hace a esta hora, tiene clases hoy. Espero no sentir el toque de mi puerta o un grito con mi nombre por algún fortuito.

-Caemos cada día, morimos con la noche. Del otro lado ya han pasado las amanecidas horas. Apenas estamos abriendo los ojos del día-

Hay un lugar, hay una salida para una buena palabra dentro de un texto. Mi otro yo desea tomarse el café por mí. Lo dejaré tranquilo, se está nutriendo de mi respiro cada vez más largo.  Veremos qué pasa.

Vecina, tengo algo importante que decirle, no son buenas noticias. Comadre siéntese y escúcheme porque le tengo un reclamo. Pero comadre vecina, es importante, después me dice en que le he fallado. Nada siéntese y escuche. Deje ya de andar montándose en ese bus y que del progreso, deje eso para los burgueses, los oligarcas, los anti patrias o lacayos del imperio. Debe estar de este lado, con nosotros, haciendo más enérgico el socialismo y no el imperialismo salvaje, y que no se diga de las consecuencias del capitalismo es volver a la colonización y perder la independencia recién obtenida por nuestro comandante… Así, me tuvo como por dos horas, mientras, sus vecinos no muy bien visto por ella, (la que me dice comadre) esperaban en la puerta de la reja. La calle nuestra se volvió un come cuchicheo. Me esperaban, era la única que se atrevía a tocar su puerta. Todos se imaginaron el discurso, porque ni un sollozo o un grito habían escuchado.  

La vuelvo a interrumpir, vecina, mire es importante. No comadre nada es más importante que usted se baje de ese bus, ese no va a cumplir nada, sólo quieren guerra, sólo quiere volvernos colonia del imperio.
Hay vecina, y no es importante su muro de Berlín. Cuál muro comadre. Pues el suyo, su marido Berlín.  Y qué tiene que ver Berlín con el golpista ese. Nada comadre, sólo que por no venirse en el bus de su trabajo, pues vecina vaya a recogerlo, porque se cayó de cansancio, no aguantó tantos kilómetros, y ni la policía, nadie ha venido a ver qué pasó. Sólo nosotros estamos allí esperando por usted, vecina.
Ustedes, chismosos, mentirosos, vende patria, me dicen eso para molestarme. Fuera de mi casa ya no es no comadre mía.  

Eso fue lo que escucharon los vecinos, después verme salir a escobazos como una ladrona. Igual todos se fueron.  Volví a llamar a la policía, reportando el suceso, desde las seis de la tarde. Otra vecina lo tapó con una sábana blanca viendo que entraba la noche y podía darle más frío, con su propia sangre ya coagulada. Le dije, cuidado si te ven, te llevan presa por hacer el favor de evitar los mirones.  Esta vez fueron ellos, los de policía, a altas horas de la noche, que tocaron la puerta de la vecina.

Cómo cambia la palabra. Berlín vio y no leyó completo: Hay un camino: Dios. Por eso no se subió al bus para que no lo confundan con un salta talanquera.

- Se cayó antes de completar su ciclo. No fue por él. Fue por mandato propio-

La lluvia no apareció por este día. Apenas estamos abriendo los ojos de esta amanecida noche.






Milagro Haack
de Recados Menores

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